Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre
vendrá a la hora que no pensáis.
Mateo 24:44.
Se nos ha dado
el mensaje de la pronta venida de Cristo. En la ascensión de nuestro Señor, dos
ángeles se pusieron junto a los discípulos y observaron con ellos cómo el
Salvador subía al cielo. Entonces se volvieron hacia los discípulos con las
palabras: “Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así
vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11)…
Solo el
vestido que el propio Cristo ha provisto puede hacernos idóneos para estar en
la presencia de Dios. Cristo pondrá este vestido, el manto de su propia
justicia, sobre cada alma que se arrepiente y cree…
Este manto,
tejido en el telar del cielo, no tiene un solo hilo de invención humana.
Cristo, en su humanidad, desarrolló un carácter perfecto, y ofrece impartirnos
a nosotros este carácter. “Como trapos asquerosos son todas nuestras
justicias”. Todo cuanto podamos hacer por nosotros mismos está manchado por el
pecado…
Por su
perfecta obediencia ha hecho posible que cada ser humano obedezca los
Mandamientos de Dios. Cuando nos sometemos a Cristo, el corazón se une con su
corazón, la voluntad se fusiona con su voluntad, la mente llega a ser una con
su mente, los pensamientos se sujetan a él; vivimos su vida. Esto es lo que
significa estar vestidos con el manto de su justicia. Entonces, cuando el Señor
nos contempla, ve no el vestido de hojas de higuera, no la desnudez y la
deformidad del pecado, sino su propia ropa de justicia, que es la perfecta
obediencia a la Ley de Jehová…
No habrá un
tiempo de gracia futuro en el cual prepararse para la eternidad; en esta vida
hemos de vestirnos con el manto de la justicia de Cristo. Esta es nuestra única
oportunidad de formar caracteres para el hogar que Cristo ha preparado para los
que obedecen sus Mandamientos.
Los días de
gracia que tenemos están terminando rápidamente. El fin está cerca. Las
palabras de advertencia de nuestro Señor en el Monte de los Olivos nos llegan
solemnemente a través de los siglos: “Mirad también por vosotros mismos, que…
venga de repente sobre vosotros aquel día… Velad, pues, en todo tiempo orando
que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de
estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Lucas 21:34, 36) — Signs of the Times,
22 de noviembre de 1905; parcialmente en Palabras de vida del gran Maestro, pp.
253-260.
Tomado de Meditaciones Matutinas para
adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White
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