Lugar: Ohio, EE.UU.
Palabra de Dios: Mateo 25:23
En
casa, tenemos un frasco con monedas. Pero, nuestro pequeño montón no se parece
en nada a la colección de monedas de un centavo del señor Sukie. Un día, cuando
Sukie llegó a su casa, metió la mano en el bolsillo y sacó el cambio que
le habían dado. Había algunas monedas de 25 centavos, otras de 10, de 5 y de 1
centavo. Sí, siempre había monedas de un centavo, que le pesaban y no valían
casi nada.
“Voy
a empezar a poner las monedas de 1 centavo en una caja”, pensó el señor Sukie.
Y eso fue lo que hizo durante los siguientes 35 años. Todos los días, el señor
Sukie fielmente ponía las monedas de un centavo en su caja, una moneda por vez.
Con el transcurso del tiempo, terminó con 575 cajas de monedas de 1 centavo,
que en total pesaban más de 3,5 toneladas.
Un
día, el señor Sukie vio en un supermercado una máquina que cambiaba monedas por
billetes, y decidió llevar allí sus monedas de un centavo. Pero, su auto era
demasiado pequeño para llevar todas las cajas que tenía. En lugar de hacer
varios viajes, el hombre alquiló un camión. Cuando llegó al supermercado,
colocó las monedas en la máquina, caja tras caja, y esperó pacientemente. Tenía
más de un millón de monedas de un centavo, 10.480,13 dólares, en total.
Un
centavo puede parecer que no es mucho, pero se suman. Un centavo a la vez, así
fue como el señor Sukie juntó más de 10 mil dólares en efectivo. Lo mismo
ocurre con las pequeñas cosas que decimos y hacemos. Pueden no parecer gran
cosa en el momento, pero se van sumando.
¿No
te gustaría escuchar que Jesús te dijera: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel!
Has sido fiel en lo poco; te pondré a cargo de mucho más”? No subestimes las
cosas pequeñas, sino sé fiel y bueno en todo lo que digas y hagas.
Lecturas
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