viernes, 18 de octubre de 2013

LA EVIDENCIA DE LA OBRA DEL ESPÍRITU


Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. 
Salmo 51:10.

El Espíritu Santo es un agente libre, activo e independiente. El Dios del cielo usa su Espíritu Santo como le place; y las mentes humanas, el juicio humano y los métodos humanos no pueden poner límites a su actuación, ni prescribir el canal mediante el cual ha de actuar, como tampoco es posible ordenarle al viento: “Te pido que soples en cierta dirección, y que te conduzcas de tal o cual manera”. Como el viento sopla con fuerza, y a su paso dobla y quiebra árboles altos, así el Espíritu Santo influye sobre los corazones humanos, y ningún hombre finito puede limitar su obra…

La fuente del corazón ha de ser purificada antes de que las corrientes puedan ser puras. No hay seguridad para uno que apenas tiene una religión legalista, una apariencia de piedad. La vida del cristiano no es una modificación o mejora de la vida pasada, sino una transformación de la naturaleza. Hay una muerte al pecado y al yo, y una vida totalmente nueva. Este cambio solo puede producirse por la obra efectiva del Espíritu Santo…

El Espíritu de Dios se manifiesta de maneras diferentes según el individuo.

Algunos, movidos por este poder, temblarán ante la Palabra de Dios. Sus convicciones son tan profundas que su corazón ruge con un tumulto de sensaciones, y todo su ser se postra bajo el poder de convicción de la verdad…

Otros son traídos a Jesús de una manera más suave. Los hombres y las mujeres que estaban muertos en transgresiones y pecados son convencidos y convertidos bajo la obra del Espíritu. Los insensibles y los libertinos se vuelven serios. Los endurecidos se arrepienten de sus pecados, y los incrédulos creen. El jugador, el ebrio, el licencioso, se torna constante, sobrio y puro. El rebelde y obstinado se convierte en manso y semejante a Cristo…

El Espíritu Santo se mueve en el ser interior hasta que se toma consciencia del poder de Dios, y toda facultad espiritual es avivada para la acción decidida.

Se efectúa una obra profunda y concienzuda en el alma, algo que el mundo no puede ver…

Los que aman a Dios de verdad tienen la evidencia interna de que son amados por Dios. Tienen comunión con Cristo, y sus corazones son calentados por un amor ferviente hacia él. Dios los reclama para él y les impartirá favores especiales, que los habilita para estar completos en Cristo; más que vencedores, por medio de Aquel que los ama - Signs of the Times, 8 de marzo de 1910; parcialmente en Recibiréis poder, p. 325.
  
Tomado de  Meditaciones Matutinas para adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White

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