Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto
dentro de mí.
Salmo 51:10.
El
Espíritu Santo es un agente libre, activo e independiente. El Dios del cielo
usa su Espíritu Santo como le place; y las mentes humanas, el juicio humano y
los métodos humanos no pueden poner límites a su actuación, ni prescribir el
canal mediante el cual ha de actuar, como tampoco es posible ordenarle al
viento: “Te pido que soples en cierta dirección, y que te conduzcas de tal o
cual manera”. Como el viento sopla con fuerza, y a su paso dobla y quiebra
árboles altos, así el Espíritu Santo influye sobre los corazones humanos, y
ningún hombre finito puede limitar su obra…
La
fuente del corazón ha de ser purificada antes de que las corrientes puedan ser
puras. No hay seguridad para uno que apenas tiene una religión legalista, una
apariencia de piedad. La vida del cristiano no es una modificación o mejora de
la vida pasada, sino una transformación de la naturaleza. Hay una muerte al
pecado y al yo, y una vida totalmente nueva. Este cambio solo puede producirse
por la obra efectiva del Espíritu Santo…
El
Espíritu de Dios se manifiesta de maneras diferentes según el individuo.
Algunos,
movidos por este poder, temblarán ante la Palabra de Dios. Sus convicciones son
tan profundas que su corazón ruge con un tumulto de sensaciones, y todo su ser
se postra bajo el poder de convicción de la verdad…
Otros
son traídos a Jesús de una manera más suave. Los hombres y las mujeres que
estaban muertos en transgresiones y pecados son convencidos y convertidos bajo
la obra del Espíritu. Los insensibles y los libertinos se vuelven serios. Los
endurecidos se arrepienten de sus pecados, y los incrédulos creen. El jugador,
el ebrio, el licencioso, se torna constante, sobrio y puro. El rebelde y
obstinado se convierte en manso y semejante a Cristo…
El
Espíritu Santo se mueve en el ser interior hasta que se toma consciencia del
poder de Dios, y toda facultad espiritual es avivada para la acción decidida.
Se
efectúa una obra profunda y concienzuda en el alma, algo que el mundo no puede
ver…
Los
que aman a Dios de verdad tienen la evidencia interna de que son amados por
Dios. Tienen comunión con Cristo, y sus corazones son calentados por un amor
ferviente hacia él. Dios los reclama para él y les impartirá favores
especiales, que los habilita para estar completos en Cristo; más que
vencedores, por medio de Aquel que los ama - Signs of the Times, 8 de marzo de
1910; parcialmente en Recibiréis poder, p. 325.
Tomado de Meditaciones Matutinas para
adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White
No hay comentarios.:
Publicar un comentario