martes, 8 de octubre de 2013

HARU-URARA


Lugar: Japón

Palabra de Dios: Romanos 5:8

El aire zumbaba de entusiasmo cuando trece mil personas se congregaron en el Hipódromo de Kochi, al sudoeste de Tokio. Habían venido a ver a un caballo de carreras, un petiso castaño llamado Haru-urara.

Había once caballos en las compuertas de partida, con los músculos moviéndose nerviosamente, tensos por salir. Haru-urara esperaba entre ellos, usando su tradicional capucha rosada. La señal de partida hizo que los caballos corrieran a la pista, con el polvo volando detrás de ellos.

Las miles de personas gritaban salvajemente, animando a Haruurara.

Contuvieron el aliento mientras veían cómo el caballo luchaba por mantener el paso, pero su valiente esfuerzo no fue suficiente.

Pronto quedó atrás, y al final cruzó la línea de llegada en décimo lugar.

Sus admiradores, quizá, se sintieron un poco chasqueados por la derrota, pero igualmente se veían felices cuando volvían a sus hogares.

No habían abandonado la esperanza, y la próxima vez que corriera, allí estarían nuevamente, para animarlo.

Con tantos admiradores, podríamos pensar que Haru-urara era un caballo de carreras campeón. Después de todo, la gente apoya a los ganadores. La verdad es que Haru-urara no ha ganado ni una sola vez en toda su carrera. Tiene una racha de derrotas de más de cien carreras. Sin embargo, la gente lo ama y continúa alentándolo.

Esta historia m e recuerda el amor de Dios por nosotros. Aunque le hemos fallado m uchas veces, él sigue amándonos y alentándonos. No se da por vencido con nosotros, incluso cuando tropezamos y caemos.

Tampoco nos deja de lado porque no seamos campeones ni números uno. La Biblia dice que “Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros”. ¡Ese es un amor que asombra!

Lecturas Devocionales para Menores 2013
En algún lugar del Mundo
Por Helen Lee Robinson

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