Hacen muy bien si de veras cumplen la ley suprema de la Escritura: “Ama
a tu prójimo como a ti mismo”; pero si muestran algún favoritismo, pecan y son
culpables, pues la misma ley los acusa de ser transgresores. Santiago 2:8-9
El
breve paso de Jesucristo por este planeta estuvo matizado por numerosos
episodios de misericordia y compasión hacia los demás. Sanó a los enfermos
tanto del cuerpo como del alma, restauró a los de espíritu apocado y rompió las
cadenas de los que se encontraban atrapados en la culpa, el legalismo y la
conmiseración.
Con
frecuencia oró a su Padre celestial para pedirle que tuviera misericordia de
quienes lo hostigaban. Era conocido como el amigo de los pecadores y el
consolador de los afligidos.
A
muchas nos resulta difícil sustraemos de nuestras preocupaciones personales y
diarias para pensar en los demás y ayudarlos. El egoísmo natural nos impulsa a
pensar primero en nosotras, y después en el prójimo, si es que nos quedan
tiempo y energías. Si te sientes con ganas de comprobar esto, observa cómo nos
comportamos.
Por
ejemplo, al subir o bajar de un autobús, o cuando algún peligro parece
amenazarnos en público. ¡Claro que sí! Todos quieren ser los primeros.
Los
seres humanos casi siempre estamos en búsqueda de nuestros beneficios
personales, y aunque esto no es necesariamente malo, nos perjudica cuando la
capa de egoísmo que nos cubre engrosa los pliegues del corazón, y nos vuelve
insensibles y fríos. Cuando esto sucede, únicamente vemos las faltas y los
errores en los demás, y excusamos los nuestros. Como consecuencia del pecado,
muchos vamos perdiendo poco a poco la capacidad de amar y de ser sensibles
frente a las necesidades de los demás. Preocuparnos por los demás es lo que nos
define como personas con calidad humana y sensibilidad. La persona que es
misericordiosa y compasiva, posee estas cualidades como un regalo de su
Creador.
Amiga,
seguramente hoy entrarás en contacto con muchas personas. No olvides que todas
y cada una de ellas son tu prójimo, y que tienes una responsabilidad que
cumplir con respecto a ellas. No permitamos que la indiferencia suplante al
amor.
Pasar
por alto a una persona que está cerca de nosotros puede ser tan doloroso y
cruel como infligir un golpe físico. ¡Ojalá que la tolerancia y la sensibilidad
sean las cualidades que muestres hoy dondequiera que estés!
Tomado de Meditaciones Matutinas para la
mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado
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