No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la
renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios,
buena, agradable y perfecta.
Romanos 12:1-2
No
amoldarse al mundo actual parece más bien un pedido un tanto complicado, ya que
en gran medida los seres humanos somos el resultado del ambiente en el que nos
desenvolvemos. Nuestra forma de vestir, de comer, de trabajar, de socializar,
están permeadas por las condiciones del entorno en el que nos movemos.
En
muchos aspectos de la vida, repetimos lo que hace la mayoría; llegamos a pensar
que la fuerza de su opinión determina lo que es correcto o incorrecto. En
muchos casos utilizamos ese parámetro para edificar un estilo de vida.
El
apóstol Pablo, en su Epístola a los cristianos de Roma, les instó a no asumir
las mismas formas del mundo. La mejor manera de lograrlo es mediante la
renovación constante del carácter. Debemos considerar en manera continua y con
insistencia, que nuestra vida en este planeta es pasajera y que, como
peregrinos, vamos en camino a la patria celestial de la que somos ciudadanas.
Pablo en determinado momento insistió sobre este tema: “Ya que han resucitado
con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha
de Dios. Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra”
(Colosenses 3:1-2).
Debemos
pensar que, aunque nuestro entorno actual es terrenal, nuestro destino final es
el cielo. Nuestro soberano Rey y Señor vendrá a buscar a sus hijas e hijos que
le hayan sido fieles. Mientras eso sucede, vivamos en armonía con las virtudes
cristianas, que nos harán aptas para la vida eterna.
Escribió
la sierva del Señor: “El corazón de Dios suspira por sus hijos terrenales con
un amor más fuerte que la muerte” (El camino a Cristo, cap. 2, p. 31). Ojalá
nosotras podamos asimismo renovar diariamente un anhelo por lo santo y lo
celestial.
Pidamos
al Señor capacidad para ver con los ojos de la fe nuestro destino final, y
seamos capaces de contagiar con dicho espíritu a nuestros hijos, esposos,
hermanas y hermanos.
Hoy
es un buen día para que vivamos la alegría anticipada que nos espera, la cual
disfrutaremos por siempre en compañía de Dios y de todos los santos.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la
mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado
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