Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad. Efesios
6:14.
Dios
ha hecho una provisión completa en las Escrituras para equiparnos contra el
engaño, y no tendremos excusa si, por descuido de la Palabra de Dios, somos
incapaces de resistir los errores del malvado. Necesitamos velar en oración.
Necesitamos escudriñar diariamente las Escrituras con diligencia, para no ser entrampados
por algún error engañoso que parezca verdad…
Juan
escribe acerca de escenas relacionadas con nuestro tiempo. Dice: “Y el templo
de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo”
(Apocalipsis 11:19). Esa arca contiene las tablas en las cuales la Ley de Dios está
grabada. En la isla de Patmos, Juan contempló en visión profética al pueblo de
Dios, y vio que en este momento la atención de los seguidores leales y
verdaderos de Cristo sería atraída hacia la puerta abierta del Lugar Santísimo,
en el Santuario celestial. Vio que por la fe seguirían a Jesús hasta dentro del
velo, donde ministra sobre el arca de Dios que contiene la Ley inmutable de
Dios. El profeta describió a los fieles diciendo: “Aquí está la paciencia de
los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apocalipsis 14:12). Este es el grupo que provoca la ira del dragón porque obedecen a Dios…
Los
vientos de doctrina soplarán fieramente a nuestro alrededor, pero no seremos
conmovidos. Dios nos ha dado una norma correcta de justicia y verdad: la Ley y
el testimonio. Hay muchos que profesan amar a Dios, pero cuando se abren las
Escrituras ante ellos y se presentan evidencias que muestran los reclamos
obligatorios de la Ley de Dios, manifiestan el espíritu del dragón.
Detestan
la luz y no se acercan a ella, para que sus acciones no sean reprobadas.
No
comparan su fe y doctrina con la Ley y el testimonio. Apartan sus oídos para no
escuchar la verdad, e impacientemente declaran que todo lo que desean escuchar
es acerca de la fe en Cristo… Se rehúsan a reconocer el cuarto Mandamiento, que
requiere que santifiquemos el día sábado. Declaran que el Señor los ha
instruido que no tienen que observar el sábado de su Ley.
La
Ley de Dios declara: “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos,
el tal es mentiroso, y la verdad no está en él” (1 Juan 2:4)… Nuestra obra es
la de sostener la Ley de Dios; porque Cristo dijo: “Bienaventurados los que
guardan sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida, y
que entren por las puertas en la ciudad” (Apocalipsis 22:14, RVA) - Signs of the
Times, 22 de abril de 1889.
Tomado de Meditaciones Matutinas para
adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White
No hay comentarios.:
Publicar un comentario