Lugar: Inglaterra
Palabra de Dios: Efesios 4:29, DHH 94
El
cepillo de dientes no ha existido siempre. Entonces, ¿cómo se limpiaba los
dientes la gente antes de su invención? Aparentemente, el mejor método era
frotar un trapo sobre ellos. Eso fue lo que Aristóteles sugirió a Alejandro
Magno hace unos 2.500 años. Y, más recientemente, el dentista de George
Washington le dijo que usara un trapo con un poco de tiza.
Si
alguna vez usaste un trapo para lavarte los dientes, sabes que no es una manera
demasiado efectiva de higienizártelos todos los días. Eso es exactamente lo que
William Addis, un prisionero en la Cárcel de Newgate, en Inglaterra, se dijo a
sí mismo mientras se limpiaba los dientes una mañana, alrededor del año 1770.
“Tiene que haber una manera mejor de hacerlo”, decidió.
Durante
todo el día pensó en el problema, y pronto se le ocurrió una idea. La próxima
vez que le sirvieron carne, William se guardó un huesito. También, consiguió
algunas cerdas duras, con ayuda de un guarda cárcel. William hizo pequeños
agujeros al hueso y luego pegó pedacitos de cerda en los agujeros. Ese fue el
primer cepillo de dientes de la historia.
Luego
de ser liberado de la prisión, William Addis dio comienzo a una fábrica de
cepillos de dientes. Como puedes imaginar, fue un éxito inmediato. A la gente
le gustaba tener la boca limpia, y estaban felices de que alguien inventara un
producto más efectivo que el trapo.
¿No
te alegra tener un cepillo de dientes, en lugar de un trapo? Es lindo tener una
“boca limpia”, ¿no es verdad? No solo dientes literales, sino también
figuradamente. La Biblia aconseja: “No digan malas palabras, sino solo palabras
buenas que edifiquen la comunidad y traigan beneficios a quienes las escuchen”.
Así que, “cepíllate los dientes” de tus expresiones; y recuerda mantener tu
boca limpia, también.
Lecturas
Devocionales para Menores 2013
En algún lugar del
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