Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo, ni tampoco muere para sí
(Romanos 14:7).
Sean
Swarner se ha fijado como meta ayudar a los sobrevivientes del cáncer para que
hagan realidad sus sueños. El primer paso fue aprovechar su organización sin
fines de lucro llamada Cáncer Climber Association. Quiere infundir en los sobrevivientes
al cáncer una sensación de esperanza mediante sus realizaciones físicas. Por
ejemplo, a fines de 2011 se propuso llevar a quince sobrevivientes al cáncer a
escalar el Kilimanjaro, la montaña más alta del continente africano.
En
realidad, la ascensión al monte Kilimanjaro requiere poca habilidad como
escalador, pero exige mucha fuerza de voluntad para soportar el esfuerzo. El
objetivo era recaudar fondos para sostener la organización de Swarner, y muchos
de los que han sobrevivido al cáncer desearon unirse a esa causa verdaderamente
inspiradora.
Lo
que atrae a muchos es la cálida sonrisa de Swarner y sus grandes hazañas.
Nicole Torrecampo, promotora de actos deportivos de Nueva York, Estados Unidos,
dijo: “Su historia me pareció muy inspiradora. Cuando la leí, dije: ‘Tengo que
hacer esto’. Al conocer su experiencia me sentí muy humilde, pero todos podemos
salir adelante. Nada puede detenerlo si usted tiene un verdadero deseo”.
Brian
Novak llegó a la misma conclusión. Dos meses después de terminar la página web
de Swarner, al diseñador de páginas de Internet se le diagnosticó cáncer de
colon. Novak pidió a Swarner que fuera su confidente después de la operación
para extirpar el tumor y durante los seis meses de quimioterapia que siguieron.
Un año más tarde, Novak, junto con una mujer que perdió una pierna debido a un
cáncer de hueso, llegó a la cima del Kilimanjaro.
“Ahí
estaba yo, un año después de haber terminado el tratamiento de quimioterapia,
un año después de quedar totalmente acabado físicamente -decía Novak-,
escalando una de las siete cumbres y, literalmente, en la cima del mundo tanto
física como mentalmente.
Definitivamente,
fue uno de los grandes momentos de mi vida”.
Desde
que tenía 25 años, Swarner se ha dedicado a crear estas experiencias y
recuerdos para sí mismo y para aquellos que luchan contra el cáncer. A esa edad
aceptó las desgracias de su niñez y decidió dedicar su vida al servicio de los
demás.
Desde
entonces, como dice nuestro texto de hoy, no ha vivido para sí. Dedícate a servir,
primero a Dios y luego a los demás. No utilices tu vida y tus dones para
servirte solo a ti.
Lecturas
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