¿Qué provecho saca el hombre
de tanto afanarse en esta vida? (Eclesiastés 1:3).
¿Has visto a un joven esforzado y lleno de
entusiasmo en las actividades que lleva a cabo? No es muy común, ¿verdad? Es
cierto que este tipo de personas no abunda.
La mayoría prefiere dar el mínimo esfuerzo y
conformarse con muy poco.
Se cuenta que en cierta universidad, un
profesor se esforzaba por motivar a los alumnos para que se entusiasmaran con
su asignatura que, por cierto, era una de las más complicadas del curso. De
pronto, un joven levantó la mano y preguntó al maestro:
-¿Cuál es la mínima nota que necesitamos
para aprobar su materia?
El profesor se quedó petrificado por la
pregunta. Luego, respondió:
-Aquí hay un problema de otro tipo. Cierren
sus libros. Debemos hablar de esto con mayor detenimiento.
Así fue como el profesor trató de
explicarles la importancia de dar el mayor esfuerzo en cualquier actividad en
que uno se involucra. Los jóvenes iban asimilando lentamente lo que el profesor
trataba de enseñarles.
Dios no espera lo mismo de todos nosotros.
Claro que no espera lo mismo de un niño que de un adulto, o de un anciano y de
un joven. No espera los mismos resultados; sin embargo, sí espera un esfuerzo
equivalente. ¿Por qué? Porque la voluntad revela el carácter de una persona. Lo
importante no son exclusivamente las calificaciones en la escuela, ya que
dependen de diversas circunstancias, sino el trabajo y el empeño con que lo
realices. Entonces, ¿es necesario esforzarse por obtener una buena nota en la
escuela? Por supuesto que sí, ya que eso revela tu carácter. Elena de White se
refiere al carácter como un verdadero tesoro, el cual representa “la posesión más
valiosa de la tierra y el cielo” (La educación, p. 141).
Luego agrega: “La edificación del carácter
es la obra más importante que jamás haya sido confiada a los seres humanos y
nunca antes ha sido su estudio diligente tan importante como ahora. Ninguna
generación anterior fue llamada a hacer frente a problemas tan importantes;
nunca antes se hallaron los jóvenes frente a peligros tan grandes como los que
tienen que arrostrar hoy” (Ibíd. p. 227).
¿Te das cuenta? La edificación del carácter
es la obra más importante de toda tu vida.
¿Por qué? Porque el carácter es lo único que
llevaremos al cielo. Es el gran tesoro de la existencia humana. Por eso hay que
cuidarlo mucho, edificándolo con los mejores hábitos; entre ellos, el esfuerzo.
Hoy te Invito a que te esfuerces al máximo
en lo que vayas a realizar. Recuerda que el empeño que pones en hacer las cosas
es un indicio de tu carácter.
MEDITACIONES MATINALES JÓVENES 2013
¿SABÍAS QUE…?
Por:
Félix H. Cortez
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