miércoles, 9 de octubre de 2013

EL PROPÓSITO DE LA GRACIA


Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. Efesios 2:8.

El propósito y el plan de la gracia existieron desde toda la eternidad. De acuerdo con el determinado consejo de Dios, el hombre debía ser creado, dotado con la facultad de cumplir la voluntad divina. Pero el extravío del hombre, con todas sus consecuencias, no estuvo oculto de la vista del Omnipotente, no obstante lo cual tal circunstancia no lo detuvo en la realización de su propósito eterno; porque el Señor quería fundar su Trono en justicia. Dios conoce el fin desde el principio. “Las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo” (Hebreos 4:3). Por lo tanto, la redención no fue una improvisación ulterior, un plan formulado después de la caída de Adán, sino un propósito eterno que habría de cumplirse para bendición no solo del átomo que es este mundo, sino también en beneficio de todos los mundos que Dios ha creado.

La creación de los mundos, el misterio del evangelio, tienen un solo propósito, a saber: revelar a todas las inteligencias creadas, por medio de la naturaleza y de Cristo, las glorias del carácter divino. Mediante el maravilloso despliegue de su amor, al dar “a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna” se revela la gloria de Dios a la humanidad perdida y a los seres inteligentes de los otros mundos. El Señor del cielo y de la tierra reveló su gloria a Moisés cuando ofreció su oración a Jehová en nombre del idólatra Israel y rogó: “Te ruego que me muestres tu gloria” (Éxodo 33:18)…

Es el privilegio de todo seguidor de Cristo contemplar la gloria de Dios, entender su bondad y saber que él es un Dios de misericordia infinita y amor…

Jesús vino a revelar al Padre, a dar a conocer su gloria ante la humanidad. Nadie fue excluido de los privilegios del evangelio…

El misterio del evangelio había sido hablado en el Edén cuando la pareja perdida sintió por primera vez la culpa de la transgresión, porque Dios le dijo a la serpiente: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Gén. 3:15). Si Satanás hubiera podido tocar la cabeza [de la Simiente] con sus tentaciones engañosas, la familia humana se habría perdido. Pero el Señor había dado a conocer el propósito y el plan del misterio de la gracia, porque “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16) - Signs of the Times, 25 de abril de 1892; parcialmente en La maravillosa gracia de Dios, p. 129. 

Tomado de  Meditaciones Matutinas para adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White

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