Y
dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo
de sus pecados. Mateo 1:21.
La nación judía había corrompido su religión
con ceremonias y costumbres inútiles... También, se encontraba bajo el yugo de
los romanos, y se les requería que les pagaran tributos. Los judíos no
aceptaban su yugo, y anticipaban el triunfo de su nación por medio del Mesías,
el poderoso libertador, predicho en la
profecía... Pensaban que el que vendría asumiría honores reales, y por la
fuerza de las armas sometería a los opresores y tomaría el trono de David. Si
hubieran estudiado las profecías con mentes humildes y discernimiento espiritual,
no hubieran cometido el tremendo error de ignorar las profecías que señalaban
que su primer advenimiento sería con humildad, y aplicar mal las que hablaban
de su segunda venida con poder y gran gloria... No podían distinguir entre
aquellas profecías que se referían al primer advenimiento de Cristo y aquellas
que describían su segunda aparición gloriosa. Buscaron en su primer
advenimiento el poder y la gloria descritos por los profetas respecto de su
segundo advenimiento...
Cuando se cumplió el tiempo, Cristo nació en
un establo y fue acunado en un pesebre, rodeado por las bestias del establo...
Su divina gloria y majestad fueron veladas por la humanidad, y los ángeles
anunciaron su advenimiento. Las noticias de su nacimiento fueron llevadas con
gozo a las cortes celestiales, mientras que los grandes de la tierra las
desconocían... Buscaban un príncipe poderoso que había de reinar sobre el trono
de David, y cuyo reino duraría para siempre. Sus ideas orgullosas y elevadas
sobre la venida del Mesías no estaban de acuerdo con las profecías que
profesaban ser capaces de exponer ante el pueblo...
En el cielo se entendía que había llegado el
tiempo para el advenimiento de Cristo al mundo, y los ángeles dejaron la gloria
con el fin de presenciar la recepción que le darían aquellos a quienes él vino
a bendecir y a salvar. Habían presenciado su gloria en el cielo, y anticipaban
que sería recibido con honor; de acuerdo con su carácter y la dignidad de su
misión... Los ángeles del cielo contemplaron con asombro la indiferencia del
pueblo y su ignorancia respecto del advenimiento del Príncipe de la vida – Review
and Herald, 17 de diciembre de 1872.
Tomado de Meditaciones Matutinas para
adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White
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