Un hombre duro
Lugar:
Pennsylvania, Brasil
Palabra de
Dios: Juan 12:32
Jesús dijo:
“Pero yo, cuando sea levantado de la ti erra, atraeré a todos a mí mismo”.
Raimundo
estaba sentado solitario junto a la puerta de su casa.
Sus amigos
y familiares se habían ido a la plaza del pueblo, para escuchar a un predicador
extranjero que estaba visitando su ciudad.
Por
supuesto que lo habían invitado a él también, para que fuera con ellos, pero él
se había negado.
-¿Una
reunión religiosa? ¡De ninguna manera! – se había burlado.
Su
respuesta no sorprendió a nadie. Después de todo, Raimundo tenía la reputación
de ser el hombre duro del pueblo. Le gustaba beber y apostar a juegos de azar,
y hacía pocos días había golpeado a un hombre, por un desacuerdo.
Ahora,
mientras Raimundo estaba sentado en el porche de su casa fumando un cigarrillo,
no pudo evitar escuchar el sermón, a lo lejos. Y, cuando el predicador comenzó
a leer un pasaje acerca de alguien llamado Jesús, comenzó a escuchar con
atención. Le hubiese gustado que el predicador siguiera leyendo.
A la mañana
siguiente, Raimundo fue a visitar a uno de los encargados de las reuniones.
-No
desperdicie su tiempo tratando de cambiar mi mente -le dijo Raimundo-, No
necesito de su religión extranjera. Pero, me pregunto si podría ver el libro
del cual leyó el predicador anoche.
El hombre
estuvo de acuerdo en dejarle ver el libro. Entró, y salió con una Biblia
totalmente nueva. Raimundo abrió el libro en la primera página y, luego de leer
el primer versículo, exclamó:
-¡Cualquiera
puede entender esto!
El hombre
sonrió, al ver la emoción de Raimundo.
-¿Te
gustaría tener uno de estos libros? -le preguntó.
Raimundo
asintió. ¡No podía esperar a leer por sí mismo las palabras que había oído la
noche anterior! Y esa noche fue junto con su familia y sus amigos a la reunión.
Al comienzo, se quedó en la parte de atrás, pero antes de darse cuenta se
encontraba justo frente al predicador. ¡La Palabra de Dios lo había atraído!.
Lecturas Devocionales para Menores
2013
En algún lugar del Mundo
Por Helen Lee Robinson
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