LA MANSEDUMBRE, UN FRUTO DEL ESPÍRITU
Alos que han buscado humildemente a Dios por
alivio y paz en medio de las pruebas, se les ha impartido la gentileza de
Cristo. Quienes han aprendido de él, que es manso y humilde de corazón,
expresan simpatía hacia quienes tienen necesidad de consolación, porque pueden
consolar a otros con la consolación con la que fueron consolados por Dios...
La mansedumbre es un fruto del Espíritu y
una evidencia de que somos ramas del Dios viviente. La presencia interna de la
mansedumbre es una evidencia indiscutible de que somos ramas de la Vid
verdadera y de que llevamos mucho fruto. Es una evidencia de que por la fe
estamos contemplando al Rey en su hermosura y estamos siendo transformados a su
semejanza. Donde existe la mansedumbre, las tendencias naturales están bajo el
control del Espíritu Santo. La mansedumbre no es un tipo de cobardía. Es el
espíritu que Cristo manifestó cuando sufría perjuicio, cuando soportaba
insultos y abusos. Ser manso no es rendir nuestros derechos, sino preservar el
control propio cuando somos provocados a dar paso a la ira o al espíritu de
venganza. La mansedumbre no permite que la pasión tome las riendas.
Cuando Cristo fue acusado por los sacerdotes
y los fariseos, conservó su autocontrol, pero tomó una posición decidida en
cuanto a que sus acusaciones eran falsas. Les dijo: “¿Quién de vosotros me
redarguye de pecado?” (Juan 8:46)... Él sabía que estaba en lo correcto. Cuando
Pablo y Silas fueron golpeados y echados en prisión sin un juicio o una
sentencia, no renunciaron a su derecho a ser tratados como ciudadanos
honestos...
En todo tiempo y en todo lugar los
cristianos debieran ser lo que el Señor desea que sean: libres en Cristo Jesús.
El deber cumplido en el Espíritu de Cristo será cumplido con una prudencia
santifi cada. Cuando tenemos una conexión vital con Dios, somos guiados como
por una luz del cielo... Quienes se han arrepentido de sus pecados, que han
echado sus almas cansadas y cargadas a los pies de Cristo, que se han sometido
a su yugo y se han convertido en sus colaboradores, serán partícipes con Cristo
en sus sufrimientos y partícipes, también, de su naturaleza divina...
Jesús es nuestro modelo, y de él es que
recibimos fuerza y gracia para andar en humildad y contrición ante Dios –Signs
of the Times, 22 de agosto de 1895.
Tomado de Meditaciones Matutinas para
adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White
No hay comentarios.:
Publicar un comentario