SIN CRUZ NO HAY CORONA
Jesús dijo: “El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí” (Mateo
10:38).
La razón principal por la cual muchos vacilan
y deciden no seguir a Jesús, es porque tienen miedo de llevar la cruz. Sin
embargo, Jesús no nos quita nada que sea para nuestro bien. Cuando realmente
amamos a Jesús, la cruz no es demasiado pesada; en realidad, ni la notamos. Hay
quienes dicen: “Yo quiero ser cristiano, pero parece muy difícil. Hay tantas
cosas que no debemos hacer… ¡Hacer lo correcto es tan difícil!”
Concretamente,
¿qué es la cruz que Jesús nos pide que llevemos? Es la cruz de la abnegación,
la necesidad de abandonar cualquier cosa que se interponga entre nosotros y
Dios.
Cada
uno tiene la suya. Ninguna es igual a las demás. Lo más probable es que sea un
hábito, un rasgo que sabemos que no es bueno, pero que lo hemos tolerado por
tanto tiempo que nos parece que no podemos abandonarlo sin perder algo
precioso. Puede ser el odio, creer que algunas personas nos han perjudicado
injustamente y merecen un acto de venganza.
Pero
sea lo que sea, tenemos que darnos cuenta de que el problema está dentro de
nosotros y, además, representa un obstáculo para el desarrollo de nuestra vida
espiritual.
Se
dice que un día la reina Victoria escuchó un vibrante sermón sobre la venida de
Cristo predicado por su capellán, Dean Farrar. Al salir de la capilla le dio la
mano, diciendo:
-¡Oh,
cuánto me gustaría ver venir a Jesús!
Al
ver las lágrimas en los ojos de la reina, el pastor preguntó:
-¿Por
qué, Majestad?
-Porque
me gustaría mucho quitarme la corona y ponerla a sus pies -respondió la reina.
Ahora
mismo tenemos una corona que deberíamos poner a los pies de Jesús. Es la corona
de la facultad de elección. El Señor nunca nos obligará a rendirle ese
homenaje, pero si lo queremos de verdad, podemos quitarnos esa corona y ponerla
a los pies de Jesús.
Entonces
él pondrá sobre nuestra cabeza otra corona: la corona del amor. Solo cuando esa
corona de amor esté firmemente asentada sobre nuestra cabeza, solo cuando el
amor de Jesús reemplace nuestro amor al yo, los demás serán atraídos a él. Y lo
que es más importante, estaremos cuidando nuestra corona para que nadie nos la
quite. Y esto es importante y urgente porque él dijo: “Vengo pronto” (Apocalipsis
3:11). ¿Tienes segura tu corona? “Aférrate a lo que tienes”. Es urgente.
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