ANOSOGNOSIA - 2
Por eso te aconsejo que de mí
compres oro refinado por el fuego, para que te hagas rico; ropas blancas para
que te vistas y cubras tu vergonzosa desnudez; y colirio para que te lo pongas
en los ojos y recobres la vista (Apocalipsis 3:18).
En la lectura anterior te hablé de la señora Dodds y de otras personas
que sufren anosognosia (negación de la enfermedad). A pesar de que es evidente
que se encuentran paralizadas de un lado de su cuerpo, creen firmemente que
están bien y, por lo tanto, niegan su situación o buscan excusas para explicar la
incapacidad como si fuera algo temporal.
Los investigadores han encontrado seis tipos básicos de estrategias que
las personas enfermas de anosognosia usan para no reconocer su situación:
Negación. La persona niega abiertamente su parálisis. De hecho puede
afirmar que puede ver su miembro paralizado moviéndose y realizando tareas.
Represión. Después de reconocer su parálisis, recurre a la negación de
su situación. Al parecer, reprime el recuerdo de la parálisis y lo esconde en
algún lugar de su memoria.
Reacción opuesta. Afirma exactamente lo contrario. Dice que su lado
paralizado es realmente más fuerte que el otro.
Racionalización. Ofrece una razón o excusa para explicar su situación.
Humor. El paciente hace que los demás sonrían para desviar su atención
de la situación en que se encuentra.
Proyección. La persona culpa a otros por su situación.
¿Te detuviste a pensar cuántas de nuestras excusas para entregarnos a
Dios son realmente estrategias para negar el hecho de que lo necesitamos?
Algunos afirman que no necesitan entregarse a Dios porque en realidad ya lo han
hecho y están a bien con él. Otros aceptan temporalmente su necesidad, pero
después la niegan abiertamente. Algunos que tienen problemas con la pornografía
o la avaricia, por ejemplo, fustigan a otros por esos males y después adoptan
actitudes extremas en cuanto a esas debilidades. Además, hay quienes presentan
razones convincentes (para ellos, pero no para Dios) para no aceptar su
situación. Algunos prefieren refugiarse en los chistes. El resto echa la culpa
a otros por su situación. Mientras el orgulloso seguirá “pobre, ciego y
desnudo” (Apoc. 3:17) con tal de no reconocer su situación, el humilde será
colmado de riquezas y bendiciones espirituales por nuestro Padre amante.
Lo cierto es que no reconocer nuestros verdaderos problemas nos aleja de
un arrepentimiento genuino y, por supuesto, de las soluciones oportunas. De ahí
la importancia de ser sinceros en nuestra vida espiritual. ¿No crees que hoy es
el momento de reconocer tu necesidad y buscar ayuda divina?
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