Dichoso el que resiste la
tentación porque, al salir aprobado, recibirá la corona de la vida que Dios ha
prometido a quienes lo aman.
Santiago 1:12
Podemos definir la tentación como un
impulso, a veces irresistible, que nos lleva a realizar actos que están reñidos
con la voluntad de Dios. Sin embargo, cuando la tentación llama a la puerta, es
porque ha habido un proceso previo que nos ha conducido a esa situación. La
tentación es el paso previo que Satanás nos presenta para que luego cometamos
un pecado, y todos los cristianos somos propensos a ella. A pesar de que la
tentación en si no es un pecado, podría llegar a serlo si nos exponemos en
forma voluntaria a ella en un juego temerario.
La tentación representa siempre un ataque
directo a las partes vulnerables de nuestra personalidad. De ahí el consejo que
Cristo dio a sus discípulos cuando les dijo: “Oren para que no caigan en
tentación” (Lucas 22:40). Por esa razón debemos ponernos bajo el cuidado de Dios
y no “juguetear” con la tentación para saber hasta dónde podemos llegar. La
tentación nos llega cuando entablamos un diálogo con ella y comenzamos a poner
en tela de juicio nuestra relación con la voluntad de Dios. Si caemos en ella
repetidamente, llegarán a atraernos más y más las cosas del mundo y seremos
presa fácil del mal que nos acecha.
Quienes han analizado la tentación y sus
efectos, aseguran que Satanás dispone de unos treinta segundos para hacernos
caer. Por otro lado, nosotras disponemos de ese mismo tiempo para decir “¡No!”,
y para alejarnos con prontitud. Es bueno que sepamos que en esos momentos
disponemos de toda la gracia y la fortaleza de Dios. Es bueno reconocer que el
poder de una tentación es limitado si lo comparamos con la fortaleza que Dios
puede darnos con el fin de que nos convirtamos en vencedoras. “Pero Dios es
fiel, y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan
aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, él les dará también una salida
a fin de que puedan resistir” (1 Corintios 10:13).
Vivimos en un mundo perverso. A cada paso
somos incitadas a poner en duda los preceptos de Dios. Qué importante es que
exista un cerco de protección a nuestro alrededor así como en torno a nuestras
familias. El consejo de Dios para hoy es: “Por sobre todas las cosas cuida tu
corazón, porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23).
LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA MUJER
ALIENTO PARA CADA DÍA
Por Erna Alvarado
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