jueves, 17 de octubre de 2013

RAÍCES DE AMARGURA


Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos (Hebreos 12:15).

Muchas personas que desean alcanzar la gracia de Dios no se dan cuenta de que en sus vidas tienen raíces de amargura que destruirán todos sus esfuerzos por hacer el bien. Las raíces de amargura se refieren a “pequeñas transgresiones” de los mandamientos de Dios, aparentemente inofensivas. Estas pequeñas transgresiones son generalmente realizadas por “buenos” motivos, pero si cavamos más profundo, nos daremos cuenta de que se originan en la falta de fe o en el orgullo.

Examinemos el caso de Salomón. Dios le había dado sabiduría, paz y prosperidad muy abundantes (1 Reyes 10). Salomón amaba profundamente a Dios y deseaba honrarlo en todo lo que hacía. Con la grandeza que Dios le había dado llegó la oportunidad de hacer una alianza con una de las naciones más poderosas de aquel tiempo, Egipto. Estas alianzas acostumbraban consumarse con el casamiento del rey con una princesa de la otra nación. Dios había prohibido claramente en Deuteronomio 7:1 al 3 hacer este tipo de alianzas con personas de otra nación. Pero Salomón razonó que si se casaba con la hija del faraón conseguiría gran prosperidad para Israel y, además, podría influir sobre aquella potencia para llevarle el conocimiento del Dios verdadero. Me parece sin embargo, que en lo profundo del corazón se mezclaban el deseo de grandeza y el temor necio de que Dios no le pudiera dar la prosperidad sin esas alianzas.

Aparentemente todo salió bien. Elena de W hite dice que la hija del faraón se convirtió a la religión israelita. Sin embargo, una raíz de amargura había brotado. Su ejemplo influyó para que otros hicieran lo mismo. Cientos de mujeres hermosísimas de otras naciones llegaron a Israel y formaron hogares ahí.

También influyó para mal en Salomón. Pensó que era más sabio que Dios y con el mismo pretexto de llevar el conocimiento del Señor a otras naciones, se casó con las hijas de los reyes paganos, cercanos y lejanos, e hizo alianzas con ellos. Por eso tuvo setecientas esposas y trescientas concubinas, que fueron una maldición para su reino y para su vida.

Lee además el capítulo 3 de Profetas y reyes para abundar en este tema.

Te invito a que analices tu vida y veas si hay alguna raíz de amargura. No permitas que el deseo de grandeza o prosperidad, o el temor de no ser feliz, te lleven a violar alguno de los mandamientos de Dios. Si permaneces fiel, Dios te dará más de lo que has soñado. Conságrate a él.
  
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