Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu
Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen. Hechos 5:32.
Los
cristianos verdaderos serán semejantes a Cristo. El Redentor vistió su
divinidad con humanidad y vino a nuestro mundo -u n mundo chamuscado y manchado
por la maldición del pecado, un valle de sombra y de miseria- para cumplir una
gran obra, según anunció en la sinagoga de Nazaret: “El Espíritu del Señor está
sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres” (Lucas 4:18)…
Cada miembro
de iglesia ha de ser un representante del carácter y el espíritu de Cristo. Por
precepto y ejemplo han de revelarse los elementos esenciales de un cristianismo
genuino, saludable e influyente. Cristo debe presentarse constantemente como la
Fuente de la vida, la misericordia y el amor…
Al contemplar,
somos transformados. Por medio del estudio cuidadoso y la contemplación
ferviente del carácter de Cristo, su imagen se refleja en nuestra propia vida,
y se imparte un tono más elevado a la espiritualidad de la iglesia. Si 1a
verdad de Dios no ha transformado nuestro carácter a la semejanza de Cristo,
todo nuestro profeso conocimiento de él y de la verdad no es más que metal que
resuena y címbalo que retiñe…
Que todos los
que aseguran observar los Mandamientos de Dios observen bien este asunto, y
vean si no hay razones por las cuales no han recibido un mayor derramamiento
del Espíritu Santo. ¡Cuántos han elevado su alma a la vanidad! Se sienten
exaltados en el favor de Dios, pero descuidan a los necesitados, no prestan
atención al clamor de los oprimidos y hablan palabras agudas y cortantes a
quienes necesitan de un trato totalmente diferente. Así ofenden a Dios
diariamente, por su dureza de corazón. Estos afligidos merecen la simpatía y el
interés de otros seres humanos. Tienen el derecho a esperar ayuda, alivio y
amor como el de Cristo. Pero esto no es lo que reciben. Cada descuido de los
sufrientes de Dios se registra en los libros del cielo según lo percibe Cristo
mismo.
Que todos los
miembros de la iglesia examinen cuidadosamente su corazón e investiguen su
curso de acción, para ver si estos están en armonía con el espíritu y la obra
de Jesús; porque si no es así, ¿qué dirán cuando comparezcan ante el Juez de
toda la tierra? ¿Podrá el Señor decirles: “Venid, benditos de mi Padre, heredad
el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mateo 25:34)?
- Review and Herald, 24 de abril de 1913.
Tomado de Meditaciones Matutinas para
adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White