Lugar: Ucrania
Palabra de Dios: Romanos 8:2,
DHH 94
Grisha se fue a la guerra en 1942. Nunca
regresó. Sus amigos y vecinos pensaban que había muerto en batalla. Solo sus
padres sabían la verdad: el hombre había desertado del ejército.
-¡Apúrate, hijo! Puedes esconderte aquí -le
dijo su padre, después de cavarle una cueva debajo del montón de estiércol,
detrás del cobertizo de las cabras.
-¡Gracias, papá! Seré cuidadoso -dijo
Grisha, mientras entraba en la oscura y olorosa cueva.
Y allí fue donde permaneció. Las únicas
personas a las que veía eran sus padres, quienes le traían alimento dos veces
por día. Los inviernos eran fríos, y durante el verano el olor del estiércol lo
volvía loco.
“No puedo vivir así para siempre”, pensaba a
menudo, pero no se animaba a abandonar el montón de estiércol. Tenía miedo de
que lo atraparan y lo castigaran por haber desertado. “¡Quién sabe qué me
harán! Es mejor que me quede aquí, en este oscuro y maloliente escondite”.
Pasó un año tras otro. Finalmente, en 1958,
Grisha decidió que había tenido suficiente. Había estado viviendo 16 años en
esa olorosa cueva, y no lo podía soportar más.
-Voy a salir -le dijo a su padre.
-¿Estás seguro? -le respondió-. No te olvides
de que desertaste del ejército.
Grisha tragó saliva. Quizá sería mejor
quedarse en la cueva. Durante varios meses más permaneció escondido, hasta que
tuvo el valor suficiente para salir y enfrentar su castigo. Ahí se enteró de
que ya no lo podían acusar ni procesar; ¡era un hombre libre! Y pensar que
había permanecido en la cueva de estiércol todos esos largos años.
¿Sabes?, Jesús vino a rescatamos de este
maloliente y oscuro mundo de pecado. La Biblia dice: “Porque la ley del
Espíritu que da vida en Cristo Jesús, te liberó de la ley del pecado y de la
muerte”. No necesitas permanecer en el montón de estiércol. Sal, y reclama la
libertad que Dios te ha dado.
LECTURAS DEVOCIONALES PARA
MENORES
EN ALGÚN LUGAR DEL MUNDO
Por: Helen Lee Robinson