sábado, 14 de diciembre de 2013

EL DEBER PRESENTE

Portada Desde el corazon
En lo que requiere diligencia,
no perezosos; fervientes en espíritu,
sirviendo al Señor.
Romanos 12:11.

El deber actual de cada hijo verdadero de Dios es esperar pacientemente, velar atentamente, trabajar fielmente, hasta la venida del Señor, de modo que estemos preparados para el solemne evento. Las características del verdadero seguidor de Cristo, el hombre y la mujer perfectos en Cristo Jesús, se manifestará en trabajar, velar y esperar al Señor. No se darán enteramente a la contemplación y la meditación ni estarán tan absortos en ajetreos que descuiden el ejercicio de la piedad personal; pero en el cristiano simétrico, la devoción personal se mezclará con el trabajo ferviente, y los seguidores de Cristo no serán perezosos, sino que serán “fervientes en espíritu, sirviendo al Señor”.

Deben mantenerse las lámparas recortadas y prendidas, para que envíen brillantes rayos de luz en medio de las tinieblas morales del mundo…

El Señor viene pronto, y por esta precisa razón necesitamos nuestras escuelas no para ser educados según el sistema del mundo, sino para que nuestras instituciones de aprendizaje puedan parecerse más a las escuelas de los profetas: lugares donde podamos aprender la voluntad de Dios y alcanzar las ramas más elevadas de la ciencia, para entender mejor a Dios y sus obras, y el carácter de Jesucristo, a quien él ha enviado… El pueblo de Dios debe ganar más destrezas y experiencia; porque habrá más tareas para todos, y especialmente para los que están en posiciones de confianza. Al acercarnos al fin, Satanás se animará a hacer un esfuerzo desesperado para vencer a todos los que disputen su reclamo de autoridad suprema sobre la tierra, y el pueblo de Dios debe prepararse para la lucha. Dios requiere el ejercicio completo de toda habilidad. Ha dado a hombres y mujeres que hagan todo lo que les sea posible hacer según sus facultades naturales y cultivadas… Los seguidores de Cristo no pueden abandonar sus puestos sin traicionar un deber sagrado, sin poner en peligro la salvación de sus propias almas y las ajenas. Usted debe ser leal al trabajo que se le ha confiado, y dejar de buscar algo nuevo y extraño.

Cuando Cristo les explicó a los discípulos la gran obra que habría de hacerse, y les prometió el don del Espíritu Santo, estuvieron ansiosos por saber si entonces verían el cumplimiento de la esperanza por tanto tiempo ansiada.

Preguntaron: “¿Restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” El Señor reprendió su curiosidad y les dijo: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad” (Hechos 1:6, 7) – General Conference Bulletin, 4 trimestre de 1896, p. 764.

Meditaciones Matutinas para adultos
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White

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