Entre ustedes no debe ser así.
Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor
(Mateo 20:26).
Tú sabes que hay una conspiración contra la
verdad. Desde Caín, que persiguió a Abel, el odio contra la verdad ha sido
continuo y con frecuencia quienes creen en ella son perseguidos.
La leyenda dice que Galileo Galilei fue
perseguido porque defendía la teoría copernicana de que la Tierra gira
alrededor del Sol. Se ordenó a Galileo que se presentara ante la Inquisición en
Roma y, sí no iba voluntariamente, se lo llevaría encadenado a las prisiones de
ese alto tribunal. Galileo, que ya tenía setenta años, fue interrogado
largamente y amenazado con la tortura. Al no tener defensa, adoptó la única opción
razonable que le quedaba y el 22 de junio de 1633 recitó, de rodillas, la
abjuración prescrita en la gran sala del convento dominicano de Santa María
Sopra Minera: “Con el deseo de disipar de la mente de Vuestras Eminencias y de
todo verdadero cristiano esta vehemente sospecha arrojada sobre mí, con corazón
sincero y fe verdadera, abjuro, condeno y rechazo los errores y herejías
mencionados, y en general, toda herejía y secta contraria a la Santa Iglesia”.
Pero en realidad fue el mismo Galileo el que
más hizo para que lo persiguieran. La misión de su vida, según sus propias
palabras, era “lograr alguna fama”. Orador y panfletista inflamado, cuando
estudiaba en la Universidad de Pisa lo llamaban “El pendenciero”. Publicó un
poema satírico burlándose de los profesores que asistían al aula vestidos con
la toga.
Se atribuyó en Venecia la invención del
telescopio y fue ingrato e injusto con Kepler. Cuando Einstein se refirió a
este hecho dijo: “Esto, ¡ay¡ es vanidad. Se la encuentra en muchos
científicos”.
La Iglesia Católica lo toleraba. El Vaticano
elogió la investigación de Galileo con el telescopio y lo honró con un día de
ceremonias en el Colegio Romano. El papa era su amigo y el cardenal Bellarmino
aceptó que, si la teoría copernicana era correcta, “tendríamos que proceder con
gran circunspección para explicar los pasajes de la Escritura que parecen
enseñar lo contrario”.
Pero Galileo estaba desbocado. Se burlaba de
los jesuitas y de toda autoridad que no concordaba con él. Se puede decir que
por su falta de humildad, prudencia y sabiduría, encendió los fuegos de la
persecución en su contra.
Galileo carecía de humildad. Presenta tú la
verdad con humildad y no despiertes por tu imprudencia la animosidad de los
demás contra ti o contra la verdad que buscas defender.
MEDITACIONES MATINALES JÓVENES 2013
¿SABÍAS QUE…?
Por:
Félix H. Cortez
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