Guardaré tu ley siempre, para
siempre y eternamente. Salmo 119:44.
Cuán maravillosa es la Ley de Dios en su
sencillez, extensión y perfección…
No hay misterio en la ley de Dios. El
intelecto más débil puede captar esos principios para regular su vida y formar
su carácter de acuerdo con el Modelo divino…
El sacrificio infinito de Cristo, hecho para
magnificar y exaltar la Ley, testifica de que ni una tilde ni una jota de esa
ley dejará de tener validez sobre el transgresor. Cristo vino a pagar la deuda
en la que había incurrido el pecador por la transgresión, y a enseñar al hombre
mediante su propio ejemplo a guardar la Ley de Dios: Cristo dijo: “Yo he
guardado los mandamientos de mi Padre” (Juan 15.10). Al considerar todos los
hechos que establecen tan claramente los reclamos de la Ley de Dios, con el
cielo y la vida eterna a la vista para inspirar esperanza e inducir el
esfuerzo, es inconcebible que tantos profesos servidores de Dios puedan
descartar su ley y enseñar a los pecadores que sus preceptos no tienen validez
para ellos. ¡Qué engaño fatal! Satanás inventó esta herejía primero, y con ella
atrajo a Eva al pecado. Los resultados tristes de tal transgresión están ante
nosotros…
Cristo vino a enseñarnos el camino de la
salvación. Y cuando los servicios desdibujados de la antigua dispensación ya no
tenían valor alguno, cuando el símbolo encontró su realización en la muerte de
Cristo, entonces podríamos esperar que si la ley de los Diez Mandamientos ya no
era vigente, Cristo habría declarado su abrogación. Si las Escrituras del
Antiguo Testamento ya no debían ser tenidas como una guía para los cristianos,
él lo habría hecho saber…
Los santos profetas han predicho cómo Cristo
nacería; los eventos de su vida; su misión, y su muerte y resurrección. En el
Antiguo Testamento encontramos el evangelio de un Salvador que viene. En el
Nuevo Testamento tenemos el evangelio de un Salvador revelado como la profecía
lo había predicho…
No hay discordia entre las enseñanzas de
Cristo en el Antiguo Testamento y sus enseñanzas en el Nuevo Testamento…
En el último mensaje a su iglesia, vía
Patmos, el Salvador resucitado pronuncia una bendición sobre los que guardan la
Ley de su Padre: “Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que su
potencia sea en el árbol de la vida, y que entren por las puertas en la ciudad”
(Apocalípsis 22:14, RVA) – Review and Herald, 14 de septiembre de 1886; también se
encuentra en A fin de conocerle, p. 296.
MEDITACIONES
MATINALES PARA ADULTOS 2013
DESDE
EL CORAZÓN
Por:
Elena G. de White
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