El Señor da vista a los
ciegos, el Señor sostiene a los agobiados, el Señor ama a los justos.
Salmo
146:7
La claustrofobia produce un temor extremo en
algunas personas cuando se encuentran en espacios cerrados y pequeños, como un
elevador o un cuartito.
Los síntomas más frecuentes son sudoración
intensa, aceleración del ritmo cardíaco, fuertes temblores y una necesidad
imperiosa de huir. Esta ansiedad es tan paralizadora, que puede causar que los
afectados no actúen con propiedad en su trabajo, en el hogar, e incluso su vida
social se puede ver perjudicada. Gracias a los avances de la medicina, en la
actualidad existe un tratamiento para dicho mal, que puede permitir al afectado
llevar una vida normal.
Hay otro encierro que también resulta
aterrador y que podría causar estragos en nuestra vida: la autocompasión. ¿Cómo
escapar de ella? Los síntomas más frecuentes de este mal espiritual y también
psicológico pueden tener su origen en una infancia marcada por abusos,
sufrimientos y dolor; sucesos que han dejado traumas sin superar. La persona
encerrada en su autocompasión cree que no tiene valor; que la vida ha sido
injusta con ella; le dan vergüenza sus actos y cree que siempre está expuesta
al ridículo.
Esto me hace recordar a la mujer samaritana
que acudió al pozo de Jacob en busca de agua. Cuánta vergüenza y dolor había en
su vida. Aislada de todos y de todo, se encerraba en su miseria y no sabía qué
hacer. Disfrutaba de unos pocos momentos de libertad cuando acudía al pozo por agua, esperando tal vez que algo cambiara su triste realidad. Y el milagro
se produjo. La voz liberadora de Jesús la impactó; la voz suave y amorosa del
Maestro sensibilizó las fibras de su alma y de su corazón. Por primera vez pudo
disfrutar del aire fresco de la tarde. Se dio cuenta de que había personas que
vivían en peores condiciones que ella y, dejando su cántaro, les llevó las
buenas nuevas de salvación. ¡Aquel poder liberador era Cristo, el Maestro, el
Mesías esperado!
Amiga, si necesitas la ayuda divina, coloca
tu dolor a los pies del Maestro y permite que el bálsamo de su amor te sane.
Abre tu vida y deja entrar la luz del Espíritu Santo a tu corazón. Al hacerlo
serás una mujer realmente libre.
LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA MUJER
ALIENTO PARA CADA DÍA
Por Erna Alvarado
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