Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras,
las cuales te
pueden hacer sabio para la salvación
por la fe que es en Cristo Jesús.
2
Timoteo 3:15.
El Señor
no puede usar a hombres y mujeres en su servicio, en ninguna rama de su obra, a
menos que posean un espíritu manso y educable. Las personas que Dios emplea en
su servicio deben ser leales a los principios; pero, aunque no deban apartarse
del camino claro del deber tras ningún interés egoísta, no han de cerrarse ni
inflarse con autoestima. A menos que el corazón esté en conexión con la Fuente
de toda sabiduría, no habrá un sentido permanente de lo sagrado de la obra. Los
obreros por Cristo deben derivar toda su vida e inspiración de Dios. Deben
conformarse a su voluntad y sus caminos, y no buscar que su cumpla su
propia voluntad y senda. Quienes desean convertirse en un canal viviente de luz
deben ser gobernados por algo más que el hábito o la opinión. Deben vivir hora
tras hora en una comunión consciente con Dios.
Su vida debe
ser afín a los principios de la verdad y la justicia. Deben llegar a ser
partícipes de la naturaleza divina.
El siervo de
Dios debe buscar poder intelectual constantemente, y cada adquisición de la
mente debe dedicarse a glorificar a Dios. Necesitamos expandir los conceptos de
lo que Dios requiere de su pueblo…
No debemos
contentarnos con nada menos que la iluminación divina desde la Luz central del
universo. Cuando tengamos esta iluminación, veremos la necesidad de seguir
hacia adelante y hacia arriba, de elevar la norma, de cultivar la ambición más
sublime, de alcanzar los logros más altos. Debemos extraer constantemente de la
Fuente de toda sabiduría y vivir como a la vista del Señor…
Su talento le
ha sido confiado por el Señor, y usted será responsable por su empleo y
mejoramiento… Debemos manifestar la gloria de Dios. Esta es la elevada
aspiración de nuestra existencia. Debemos estar en una condición tal que
podamos apreciar la luz que Dios ha traído a la experiencia de otros. Nuestra
vida y carácter son influenciados por los conocimientos físicos, intelectuales
y morales adquiridos por las generaciones pasadas. Si nos mantenemos en la
ignorancia, no podemos culpar a otros. Si ejercemos cada destreza hasta su
límite, si empleamos cada habilidad hasta lo sumo, con el objetivo singular de
glorificar a Dios, no fracasaremos en la tarea de efectuar un trabajo valioso
para Dios - Signs of the Times, 30 de noviembre de 1888.
Tomado de Meditaciones Matutinas para
adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White