Lugar: Filipinas
Palabra de Dios: Isaías 48:17
Durante
sexto grado, mi amigo Jason y yo estudiamos cómo seguir rastros en la
naturaleza. Aprendimos a usar piedras, hojas, ramas y otros objetos naturales
como guías y señales. Cuando estuvimos listos, nuestro maestro, el señor
Boughman, nos llevó al comienzo de un sendero, para probar nuestro
conocimiento. Luego, él se adelantó para poner señales en el sendero, a fin de
que nosotros las siguiéramos.
Quince
minutos después, Jason y yo estábamos siguiendo ansiosamente sus pisadas.
-Allí
está nuestra primera señal -dije yo, señalando algunas piedras que estaban
delante de nosotros.
Nos
apresuramos hasta el montón de piedras, y nos agachamos para estudiar la manera
en que el señor Boughman las había ubicado.
-Hummm…
Dos piedras aquí y una acá -dijo Jason en voz alta-. Se supone que doblemos a
la izquierda.
Nos
dirigimos hacia la izquierda, hacia un senderito pequeño. Y seguimos caminando,
yendo más lento cuando teníamos que trepar sobre troncos caídos.
Unos
minutos más tarde, vimos la siguiente señal: un montón de hojas amontonadas con
la forma de una flecha. Significaba que debíamos doblar nuevamente a la
izquierda. Luego, vimos tres piedras amontonadas una arriba de la otra.
-Eso
significa que debemos seguir por este sendero -dije.
Avanzamos
valientemente por la selva, buscando las señales que el señor Boughman había
dejado detrás de él. Cruzamos ramas caídas y malezas muy crecidas, que casi
cubrían por completo el angosto sendero. Sin esas señales, Jason y yo nunca
podríamos haber encontrado el camino por nosotros mismos.
Es
bueno seguir los pasos de alguien que ha caminado delante de ti. Especialmente,
cuando esa persona es Jesús. Él no nos abandonó para que deambuláramos
indefensos, sino que nos ha dejado señales en su Palabra. Si seguimos su
dirección, permaneceremos en el camino correcto, porque “esto es ¡o que dice el
Señor, tu Redentor, e¡ Santo de Israel: Yo soy el Señor tu Dios, que te enseña
lo que te conviene, que te guía por el camino en que debes andar”.
Lecturas
Devocionales para Menores 2013
En algún lugar del
Mundo
Por Helen Lee Robinson