lunes, 25 de noviembre de 2013

UN PUEBLO SANTO

Portada Desde el corazonSe alegrará el justo en Jehová, y confiará en él; 
y se gloriarán todos los rectos de corazón. 
Salmo 64:10.

Esta Escritura se cumplirá literalmente. Todo lo que pueda ser zarandeado, lo será, para que las cosas que no pueden ser zarandeadas permanezcan. Estoy maravillada al considerar el pasado, el presente y el futuro del pueblo de Dios.

El Señor tendrá un pueblo puro y santo; un pueblo que pasará la prueba. Ahora todos los creyentes necesitan escudriñar sus corazones con una vela encendida…

Ante nosotros está la maravillosa posibilidad de ser obedientes como Cristo a todos los principios de la Ley de Dios. Pero, somos extremadamente incapaces de alcanzar por nosotros mismos esa condición. Todo lo que es bueno en el hombre le llega mediante Cristo. La santidad que la Palabra de Dios dice que debemos tener antes de poder ser salvados es el resultado de la obra de la gracia divina cuando nos sometemos a la disciplina y a la influencia moderadora del Espíritu de verdad…

La obra de transformación que lleva de la profanidad a la santidad es una obra continua. Día tras día Dios labora por la santificación del hombre; y el hombre ha de colaborar con él haciendo esfuerzos perseverantes en el cultivo de hábitos correctos. En el primer capítulo de 2 Pedro se especifica claramente la manera en que hemos de obrar nuestra propia salvación. Constantemente hemos de añadir gracia sobre gracia, y al hacerlo, Dios obrará por nosotros en base al plan de la multiplicación. Siempre está dispuesto a escuchar y a responder la oración del corazón contrito, y multiplicará gracia y paz a sus fieles. Gustosamente, les concede las bendiciones que necesitan en su lucha contra los males que los asedian. Los que escuchan los consejos de su Palabra no carecerán de ninguna cosa buena…

Dios hará más que cumplir las más elevadas expectativas de quienes confían en él. Desea que recordemos que si somos humildes y contritos, estaremos donde él puede y quiere manifestarse a nosotros. Se complace cuando le presentamos sus mercedes y bendiciones del pasado como una razón por la cual debe concedernos bendiciones mayores y más abundantes. Es honrado cuando lo amamos, y damos testimonio de la sinceridad de nuestro amor al guardar sus Mandamientos. Él es honrado cuando apartamos el séptimo día como sagrado y santo. Para quienes hacen esto, el sábado es una señal, para que sepan -les dijo- “que yo soy Jehová que los santifico” (Ezequiel 20:12). La santificación significa una comunión habitual con Dios. No hay nada tan grande y poderoso como el amor de Dios por los que son sus hijos - Review and Herald, 15 de marzo de 1906; parcialmente en Dios nos cuida, p. 172.

Tomado de  Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el corazón"
Por Elena G. de White

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