jueves, 28 de noviembre de 2013

SEPARADOS DEL MUNDO

Portada Desde el corazon
Conservaos en el amor de Dios, 
esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo
para vida eterna. 
Judas 1:21.

Los que oigan de los labios de Cristo las palabras “Bien, buen siervo fiel” serán ministros heroicos de la justicia. Quizá nunca prediquen un discurso desde el pulpito pero, leales a un sentido de lo que Dios les pide, servirán a las almas que han sido compradas por la sangre de Cristo. Verán la necesidad de llevar a su trabajo una mente dispuesta, un espíritu ferviente y un celo vigoroso y desinteresado. No estudiarán cómo preservar mejor su propia dignidad, sino que con solicitud y tacto buscarán ganar los corazones de las personas a quienes sirven…

El apóstol Pablo nos insta sobre las ventajas puestas a nuestro alcance. “Así que, amados —nos dice-, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2 Corintios 7:1). Si queremos ser hijos e hijas de Dios, hemos de separarnos del mundo en espíritu y práctica. En su oración por sus seguidores,

Cristo pidió: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:15-17).

Hay una obra intensa ante cada uno de nosotros. Los pensamientos correctos, los motivos puros y santos, no nacen naturalmente en nosotros. Hemos de luchar por ellos… Quienes están bajo el control del Espíritu de Dios no buscarán su propio placer o entretenimiento. Si Cristo preside en los corazones de los miembros de su iglesia, responderán al llamado: “Salid de en medio de ellos, y apartaos” (2 Corintios 6:17). No sea partícipe de su pecado.

Dios tiene una obra, que sus centinelas fieles han de cumplir en defensa de la verdad. Han de advertir y apelar, mostrando su fe por sus obras. Han de sostenerse como Noé, en una fidelidad noble y de toda el alma, con su carácter sin tacha del mal que los rodea. Han de ser salvadores de la humanidad, tal como Cristo. Los obreros que así se sostienen fieles a su cometido, se expondrán al odio y el reproche. Se los acusará falsamente, para hacerlos caer de su elevada posición. Pero tienen su fundamento sobre la Roca, y no se moverán.

Por su propia rectitud moral y su vida circunspecta, advertirán, suplicarán, reprenderán el pecado y el amor al placer - Review and Herald, 28 de noviembre de 1899.

Meditaciones Matutinas para adultos
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White

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