martes, 20 de agosto de 2013

¿CUÁNDO ES POSIBLE LA RECONCILIACIÓN?


Por tercera vez Jesús le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?” A Pedro le dolió que por tercera vez Jesús le hubiera preguntado: “¿Me quieres?” Así que le dijo: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero” (Juan 21:17).

Siempre es posible perdonar a quien nos ha hecho daño. De hecho, la Biblia requiere que, por nuestro propio bien, perdonemos a los que nos han ofendido, sin importar la gravedad de la herida que hayamos sufrido, o si la persona pide o desea el perdón. Es unilateral y sana al que lo otorga.

La reconciliación, sin embargo, no siempre es posible. La reconciliación depende de dos personas y ambas necesitan invertir mucho en el proceso para que se produzca. ¿Cuándo es posible la reconciliación y la renovación de una amistad profunda?

Lewis B. Smedes enuncia cuatro condiciones:

• Primera: se debe comprender y aceptar la realidad del daño. Quien hizo el daño debe reconocer que hubo sufrimiento, que fue injusto y profundo. Hay quienes lastiman a otros sin darse cuenta. Mientras no lo acepten, no habrá reconciliación genuina. El reconocimiento de la falta contribuye a la reparación del daño causado.

• Segunda: quien hirió debe sentir la herida que causó. No es suficiente un asentimiento intelectual del problema. Debe sentir el dolor que causó.

• Tercera: al dialogar tiene que actuar con sinceridad. El diálogo establece el foro, el espacio en el que ocurre la reconciliación. Debe haber disposición a escuchar el relato del herido y tratar de entenderlo con sinceridad. El que fue herido también debe asegurarse de que el otro ha comprendido.

• Cuarta: debe haber sinceridad en cuanto a un futuro común. Esto incluye una promesa de que quien hizo daño no volverá a herir nunca más.

La experiencia de José nos proporciona un ejemplo muy útil al respecto. Él había perdonado a sus hermanos y renunciado a la venganza antes de que ellos se aproximaran.

Cuando llegaron, sin embargo, José no se dio a conocer a ellos inmediatamente. Quería saber si habían cambiado. Los probó para saber si era posible una reconciliación. Jesús hizo lo mismo.

Los cuatro elementos mencionados no se dan con facilidad. Es un proceso difícil que requiere mucho amor en el que perdona y humildad en el ofensor. También requiere tiempo.

Y no siempre es perfecto, porque nadie lo es. ¡Pero es posible! Dios hoy puede obrar un milagro en tu vida. ¿Qué dices?.
   
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