lunes, 9 de septiembre de 2013

UNA CARRERA CONTRA LA MUERTE


El que es perseguido por homicidio será un fugitivo hasta la muerte. ¡Que nadie le brinde su apoyo! (Proverbios 28:17).

El sentimiento de culpa es mortal. El doctor Vernon Coleman, en su libro How to Stop Feeling Guilty [Cómo dejar de sentirnos culpables], cuenta el caso de un joven que pasó una noche de juerga en un bar. Cuando regresaba a su casa, mareado por la copas, tuvo la sensación de que golpeó algo con su automóvil, pero no le dio importancia. Al otro día, ya más sobrio, vio que el parachoques delantero del vehículo estaba dañado. Después leyó en el periódico que un conductor había golpeado a una anciana, dejándola muerta en el lugar del accidente.

El joven se convenció de que había matado a la anciana, pero temiendo las consecuencias decidió guardar el secreto. Desde ese momento la culpa lo atormentó y lo hizo sentir miserable. Incluso tuvo alucinaciones. Muchas veces consideró la conveniencia de confesar lo que había hecho, pero nunca lo hizo. Unos veinte años más tarde decidió que no podía soportarlo más y se suicidó. Dejó una nota en la que explicaba que él había sido el conductor que atropelló a la mujer encontrada aquella noche de hacía veinte años.

La policía que investigó el caso consultó en los periódicos de la época la historia de la muerte de la anciana sucedida dos décadas atrás y encontró que el reportero había cometido un error. La anciana ya había sido atropellada en el mismo lugar y, por lo tanto, cuando el automóvil del entonces joven borracho la golpeó, ya estaba muerta. No era culpable. Su sufrimiento y su muerte fueron en vano. El sentimiento de culpa es mortal.

La culpa es la percepción de haber hecho algo moralmente incorrecto. Todos los seres humanos se sienten culpables delante de Dios y muchos nos sentimos culpables delante de los hombres. Es el dolor universal, es la enfermedad universal. En realidad, la culpa puede ser un camino para que te acerques al Señor buscando la paz. Sí, la única solución al problema de la culpa es la confesión y la seguridad del perdón.

No guardes nada en tu alma que haga que te sientas culpable. Gracias a Dios, el alivio al sentimiento de culpa está al alcance de todos. Dios sana el alma culpable y detiene la carrera contra la muerte. Acepta la sanidad del Señor en tu corazón. Él puede hacer este milagro.

Lecturas Devocionales para Jóvenes 2013
¿Sabías qué..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix Cortez

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