viernes, 13 de septiembre de 2013

UNA CONFIANZA EN AUMENTO


Yo te ruego que si he hallado gracia delante de ti, me des señal de que tú has hablado conmigo. Jueces 6:17.

Gedeón deseaba alguna evidencia de que Aquel que se dirigía a él era el mismo que le había hablado a Moisés desde la zarza ardiente. El ángel había velado la gloria divina de su presencia, pero no era otro sino Cristo, el Hijo de Dios. Cuando un profeta o un ángel entregaba un mensaje divino, sus palabras eran: “El Señor dijo, yo haré esto”, pero la Persona que habló con Gedeón pudo decir: “Ciertamente yo estaré contigo” (Jueces 6:16).

Con el deseo de honrar especialmente a su ilustre Visitante, y habiendo obtenido la certeza de que el Ángel esperaría, Gedeón corrió a su tienda, y de sus escasas provisiones preparó un cabrito y tortas de harina sin levadura; luego, los colocó ante él. Gedeón era pobre, pero estuvo dispuesto a ejercer la hospitalidad sin remilgos.

Cuando se le presentó el obsequio, el Ángel dijo: “Toma la carne y los panes sin levadura, y ponlos sobre esta peña, y vierte el caldo” (vers. 20). Gedeón hizo tal cosa, y entonces el Ángel le dio la señal que deseaba. Con la vara que tenía en la mano, el Ángel tocó la carne y el pan sin levadura, y un fuego surgió de la roca y lo consumió todo como un sacrificio, no como alimentos ofrecidos en hospitalidad; porque se trataba de Dios, no de un hombre. Después de esta muestra de su carácter divino, el Ángel desapareció.

Cuando se convenció de haber visto al Hijo de Dios, Gedeón se llenó de temor y exclamó: “Ah, Señor Jehová, que he visto al ángel de Jehová cara a cara”. Entonces el Señor se apareció a Gedeón por segunda vez y dijo: “Paz a ti; no tengas temor, no morirás” (vers. 22, 23)...

La familia a la que pertenecía Gedeón estaba, lamentablemente, infectada de idolatría. Su padre había erigido un gran altar a Baal en Ofra, donde vivían, y ante el cual adoraban los habitantes de los pueblos cercanos. A Gedeón se le ordenó que destruyera este altar, que cortara las arboledas que lo rodeaban y que en su lugar erigiera un altar a Jehová encima de la roca sobre la cual la ofrenda había sido consumida, y ofreciera un sacrificio al Señor. Gedeón cumplió fielmente estas instrucciones, trabajando de noche, para evitar que lo obligaran a desistir, si lo intentaba de día – Signs of the Times, 23 de junio de 1881.
Tomado de  Meditaciones Matutinas para adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White

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