domingo, 8 de septiembre de 2013

CÓMO OBEDECER LA REGLA DE ORO


Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas.
(Mateo 7:12).

El siguiente relato llega rodando como un guijarro a la orilla del río. Dos hombres estaban sentados junto al fuego en una plácida noche de otoño. Uno era el jefe Teedyuscung, de los delaware; el otro era un amigo íntimo suyo, cuyo nombre no trascendió.

Habían estado sentados durante mucho tiempo, casi sin hablar, pensando cada uno en sus propias preocupaciones. El amigo reflexionó sobre los problemas interpersonales y recordó que una vez había escuchado la regla de oro cristiana. Se dirigió a Teedyuscung.

-Jefe, una vez escuché un principio de excelencia y gran utilidad.

Teedyuscung levantó su mano abierta, detuvo a su amigo para que no siguiera. Después dijo:

-No me hables de la excelencia ni alabes ese principio. Sencillamente dímelo, y yo te diré si es digno de confianza.

Así que en términos sencillos, el amigo explicó la regla de oro a Teedyuscung. Este de inmediato exclamó:

-¡Eso es imposible! -y los dos hombres siguieron sentados en silencio durante varios minutos.

Finalmente Teedyuscung rompió el silencio y dijo:

-He pensado en esa regla de oro.

Luego dijo con solemnidad:

-Si el gran espíritu que creó al hombre le diera un corazón nuevo, entonces sería posible.

En la vida cristiana, la mayor fuente de problemas se encuentra en las relaciones interpersonales.

La única manera de vivir en paz en este mundo es impedir la aparición de problemas con los padres, los hermanos, las amistades, los jefes del trabajo; el prójimo en general.

El secreto es la regla de oro. Es el método más sencillo del mundo y el más efectivo… pero el más difícil de poner en práctica.

La regla de oro es:

• Busca primero el bienestar de los demás y después el tuyo. Procura que ellos, y no tú, reciban primero la atención, el reconocimiento, los premios y todas las ventajas.

• Si hay un solo lugar, un solo vaso de agua, un solo premio, una sola mención honorífica, cédelos a tu prójimo.

Con razón dijo el jefe Teedyuscung que eso es solamente posible “si el gran espíritu le da un nuevo corazón al hombre”. Pide esta mañana al Espíritu Santo que implante la regla de oro en tu corazón.
  
Lecturas Devocionales para Jóvenes 2013
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Por Félix Cortez

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