sábado, 21 de septiembre de 2013

CORRIGIENDO CON AMOR


Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor. Efesios 6:4

Las madres y las esposas que ejercemos un liderazgo vital en la familia somos propensas a padecer tensiones. Cuidar el hogar, disciplinar a los hijos y atender las necesidades del esposo, sin abandonarnos a nosotras mismas, son algunas veces detonantes de ansiedad que podrían llevarnos a olvidar la nobleza de nuestras tareas.

El liderazgo en el hogar lo ejercen el padre y la madre de manera responsable y compartida. Debido a que la mujer está dotada de cualidades emocionales que le permiten expresar ternura y apego, Dios le ha asignado la sagrada tarea de conducir a sus hijos por la senda del bien. Puesto que la madre es la que permanece más tiempo en el hogar, recae sobre ella la tarea de instruir y corregir a los hijos.

Para realizarla necesita cultivar un espíritu de misericordia y compasión, que haga sensibles a los niños, para que de ese modo puedan obedecer con docilidad.

Las madres irritables, punitivas, y rígidas muchas veces hacen que los niños se vuelvan desafiantes y agresivos. Un espíritu tranquilo, aunque firme, doblega la naturaleza infantil rebelde y lleva a los hijos a obedecer a sus padres y a cooperar con ellos voluntariamente. Elena de White escribió al respecto: “Las palabras ásperas y enojadas no son de origen celestial. Renegar y regañar nunca ayuda. Por el contrario, despiertan los peores sentimientos en el corazón humano” (Conducción del niño, cap. 44, p. 230).

El amor es una virtud que debe ejercerse en la educación de los hijos sin que por eso se anulen las normas establecidas. Un niño que se siente amado será sensible a la corrección y acrecentará el respeto que tiene hacia sus padres. Tendrá un concepto correcto de la justicia y manifestará admiración por sus progenitores.

Querida madre, hoy es un buen día para que revises tus métodos de crianza.

Que tu oración en este día sea: “Señor, deseo que habites en mi corazón. Tú, que eres un padre amante y misericordioso, lleva a cabo tu obra en mi vida. Dame la capacidad para guiar a mis hijos con paciencia y bondad, de tal manera que tengan un concepto correcto de tu amor”

 LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA MUJER
ALIENTO PARA CADA DÍA
Por Erna  Alvarado

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