viernes, 12 de julio de 2013

SOMOS HEREDERAS DE LAS RIQUEZAS CELESTIALES


Así que mi Dios les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús. Filipenses 4:19

Cuando leemos las palabras que Jesucristo nos dice: “Pidan, y se les dará”, creo que no pensamos en la magnitud de dicha declaración. Nuestra mente es limitada y apenas podemos entender que Dios satisfará medianamente nuestras necesidades materiales y espirituales básicas. Sin embargo, lo que está más allá de nuestro entendimiento, lo que no podemos entender a cabalidad, es que Dios quiera hacernos partícipes de todos los tesoros del cielo y de la tierra.

La visión que tenemos de los dominios del Señor es pobre y escasa. Quizá ni siquiera podamos imaginar los bienes perecederos que podríamos obtener en esta tierra, muchísimo menos creer que las riquezas eternas de Dios también están a nuestra disposición. “Así que no se afanen por lo que han de comer o beber; dejen de atormentarse. El mundo pagano anda tras todas estas cosas, pero el Padre sabe que ustedes las necesitan. Ustedes, por el contrario, busquen el reino de Dios, y estas cosas les serán añadidas” (Lúcas 12:29-31).

Muchos consideran que pueden disponer a su antojo de los bienes que Dios les ha concedido. La actitud que nosotras asumamos respecto a los bienes terrenales es parte de la preparación que nos permitirá ser partícipes de las riquezas celestiales.

Si nuestra vida aquí se caracteriza por el despilfarro y el derroche de lo poco o mucho que tenemos; si somos egoístas y mezquinas con los pobres y desamparados; si escatimamos compartir nuestros bienes para que la obra de Dios en esta tierra termine; indudablemente no estaremos preparadas para ser herederas de las riquezas celestiales.

Por el contrario, si un espíritu de dadivosidad nos mueve a compartir lo que tenemos con los pobres; si con generosidad proveemos para el avance de la obra de Dios en esta tierra, y usamos responsablemente los bienes materiales que Dios nos ha dado por su gracia y misericordia, estaremos preparadas para administrar las bodegas celestiales.

Amiga, revisa tu bolso antes de salir, y proponte usar con responsabilidad los recursos que Dios ha puesto en tus manos. Su consejo respecto a las posesiones terrenales es: “Las riquezas no son eternas ni la fortuna está siempre segura” (Proverbios 27:24)

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado

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