sábado, 27 de julio de 2013

¿RESPONSABLES POR LOS DEMÁS?


Si uno de los miembros sufre, los demás comparten su sufrimiento; y si uno de ellos recibe honor, los demás se alegran con él. 
1 Corintios 12:26

En un mundo que fomenta el egoísmo, preocuparnos por los demás parece estar fuera de moda. Mucha gente argumenta que tiene una vida tan atareada, que no les queda tiempo para pensar en sus semejantes, y mucho menos para interesarse en sus problemas.

En las Sagradas Escrituras encontramos una declaración bastante clara al respecto: “Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras” (Heb. 10:24). El apóstol nos dice que no tan solo debemos preocuparnos por los demás, sino que también debemos apoyarlos y contribuir a su crecimiento personal.

Preocuparnos por los demás conlleva ser cuidadosas en nuestro comportamiento para no convertirnos en piedras de tropiezo en la senda ajena. También significa mostrar sensibilidad frente a las necesidades de los demás, unida a una gran dosis de generosidad cristiana. Al aportar una parte de nuestra vida para promover la felicidad de quienes nos rodean se nos facilitará despojarnos del yo y de un sinnúmero de rasgos y prácticas egoístas. Los que viven para sí se encierran en una burbuja de egocentrismo que, en la mayor parte de las veces, les impide disfrutar de la alegría asociada a tener una parte en el crecimiento y el desarrollo personal de sus semejantes.

Nosotras, las mujeres cristianas, hemos sido llamadas a ejercer un ministerio de bondad y de cuidado respecto a nuestras hermanas. Cada una, sin excepción, tiene algo que compartir. Por ejemplo, las madres de más experiencia pueden orientar a las futuras madres en los complicados caminos de la maternidad. Las esposas podemos guiar y aconsejar a las más jóvenes para que formen hogares que honren el nombre de Dios. Las hijas son llamadas a ejercer cuidado y atención amorosa por sus padres, especialmente si estos han llegado a la vejez.

Las jovencitas necesitan ver modelos a seguir en las jóvenes cristianas. Su testimonio ha de servir de inspiración a las que se adentran en el fascinante mundo de lo femenino.

Amiga, seguramente hoy te relacionarás con otras mujeres. Tu presencia y tu influencia quedarán grabadas en ellas como un grato perfume, o como desagradable olor. La decisión es tuya. ¡Marca la diferencia!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
“Aliento para cada día”

Por Erna Alvarado

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