lunes, 29 de julio de 2013

EL PROCESO DEL PERDÓN


Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus pecados. Salmo 32:1.

Perdonar a otros es un proceso semejante al de sanar. ¿Alguna vez te has lastimado gravemente? La curación fue un proceso que tomó bastante tiempo, ¿verdad? Yo tengo algo de experiencia en eso. Antes de los veinte años ya había sufrido cuatro fracturas.

Todas en diferentes ocasiones. Con mi segunda fractura aprendí lo importante que era seguir con atención el proceso de curación. Una o dos semanas después de haberme fracturado la clavícula izquierda, yo ya me sentía bastante bien pero el médico insistía en que debía guardar reposo. Desesperado, una tarde decidí jugar al baloncesto con mis amigos.

No había pasado mucho tiempo cuando resbalé y caí; la fractura volvió a abrirse. ¡Qué dolor sentí cuando volvieron a poner el hueso en su lugar!

Curarse de una herida emocional tiene un proceso análogo al de la curación física que debemos entender si queremos sanar bien. Según Lewis B. Smedes en Perdonar y olvidar, el proceso del perdón tiene cuatro etapas:

Sufrimos: El mundo en que vivimos no es justo y las personas que nos rodean no son perfectas. Por tanto, desde muy temprano empezamos a sufrir heridas. Algunas son superficiales y sanan solas. Otras son profundas, se infectan y envenenan nuestro ser robándonos la felicidad y el bienestar.

Odiamos: El odio es la respuesta natural contra aquellas heridas que son profundas e injustas. El odio se concentra en las personas. No odiamos acontecimientos, cosas o instituciones, ni siquiera al mal mismo. Odiamos a las personas que nos hicieron el mal y nos parece imposible desearles que les vaya bien, que sean felices.

Sanamos: Esto pasa cuando Dios nos da la capacidad de separar a las personas del mal que nos hicieron. De esta manera ya no los vemos a través de la lente del mal, sino que recibimos una nueva capacidad para pensar generosamente en ellos. Este milagro nos libera del dolor de la memoria y hace posible que crezcamos y prosperemos en la vida.

Nos reunimos: Esto sucede cuando el que ha sido herido renuncia a la venganza, y el que ha herido renuncia al mal.

Aunque no todas las relaciones fracturadas pueden restaurarse, toda persona que ha sido herida puede sanar por la gracia de Dios. Si te pones a pensar, perdonar a los demás es finalmente mucho más que beneficiarlos con nuestra benevolencia. Perdonar significa sanar para ser feliz y fructificar. ¿Por qué no pides a Dios que hoy inicie este milagro en tu vida?
  
Lecturas Devocionales para Jóvenes 2013
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Por Félix Cortez

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