miércoles, 19 de junio de 2013

El Señor es mi Pastor, me ofrece descanso

En verdes pastos me hace descansar. Junto a tranquilas aguas me conduce. Salmo 23:2

La escena más maravillosa que puedo imaginar en este momento es la de un sacrificado pastor velando por sus ovejas en el monte, mientras ellas descansan.
Él aleja, con espíritu decidido y movido por el gran amor con que las ama, cualquier peligro que las amenace. Está dispuesto a defenderlas incluso a costa de su propia integridad física y de su seguridad.
Jesús, como nuestro pastor, asume un papel semejante. En la incertidumbre de una vida llena de peligros y amenazas, se ofrece a ser nuestro protector y salvador.
En medio de los trajines de la existencia humana, cuando las preocupaciones y la ansiedad hacen presa de nuestras emociones y nos sentimos agotadas y agobiadas, es bueno hacer un alto y recordar que Cristo desea darnos descanso duradero y permanente; recordar que él está constantemente velando por nuestro cuidado, y que por nosotras ha ofrecido su vida, sin escatimar ningún sacrificio.
Él, como nuestro pastor, nos ofrece conducirnos a verdes pastos, un lugar donde el alimento es abundante y el mejor para proveernos salud plena. Jesús nos dice: “Las haré pastar en los mejores pastos, y su aprisco estará en los montes altos de Israel. Allí descansarán en un buen lugar de pastoreo y se alimentarán de los mejores pastos de los montes de Israel. Yo mismo apacentaré a mi rebaño, y lo llevaré a descansar. Lo afirma el Señor omnipotente” (Eze. 34:14-15).
Mujer, madre, esposa, hermana, abuela, alumna, seguramente hoy te enfrascarás en un sinfín de quehaceres y puede ser que, aun cuando todavía no hayas comenzado a realizar tus tareas, ya te sientas cansada e incapaz de enfrentar tantas demandas que tu rutina diaria te exige. Desafíos, objetivos, tareas, compromisos son algunos de los asuntos que en este día te harán correr de aquí para allá y te privarán del verdadero descanso, si no caminas al lado del Pastor.
Te animo a aceptar y disfrutar el descanso que el divino Pastor te ofrece. Te sentirás segura y en paz, incluso si te encuentras rodeada por la adversidad. “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús” (Fil. 4:6-7).



Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

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