domingo, 30 de junio de 2013

DIOS ES LUZ


Este es el mensaje que hemos oído de él y que les anunciamos: Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad. [...] si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado. 1 Juan 1:5, 7

Cuando era niña, la reunión de oración de cada miércoles era mi deleite. Mis padres me llevaban a la pequeña capilla que quedaba a dos kilómetros de nuestra casa. En el invierno de Sudamérica, cuando el sol se ponía temprano, el regreso a casa era una aventura emocionante. El camino angosto estaba bordeado por hierbas que formaban figuras mágicas a la luz de la linterna que papá siempre llevaba consigo. Recuerdo que la oscuridad reinante nunca me causó temor, pues vela a mi padre como una fuente de luz.
Estamos llegando al fin del tiempo. El mundo se oscurece poco a poco y la esperanza de una vida mejor se desvanece en la mente y el corazón de muchas personas. Los gobernantes buscan en otros hombres la luz que necesitan para orientar el destino de las naciones. Se hacen propuestas, y nuevas teorías surgen como la panacea para un mundo que perece. ¡Si tan solo se dieran cuenta de que si no incluyen a Dios en sus planes, nada prosperará!
Nosotras, las mujeres cristianas, madres y esposas, en cuyas manos está la dirección de una familia, debemos procurar que Dios nos ilumine. Él es la fuente de luz. En esto creemos cuando nos dice: “Yo soy la luz que ha venido al mundo, para que todo el que crea en mí no viva en tinieblas” (Juan 12:46). Esa declaración de amor debe sostenernos hasta que el mundo resplandezca el día glorioso de la venida de nuestro Rey y Señor.
Si confiamos a él nuestros hijos, ellos serán librados de las densas nubes de pecado que los rodean. Además, como fruto de esa confianza, tendremos una mente clara para construir con inteligencia y sabiduría matrimonios fuertes que trasciendan este mundo y lleguen hasta la eternidad. Actuaremos como mujeres iluminadas por una luz especial que nos capacitará para conducir a otras hacia la fuente de luz verdadera, que es Cristo Jesús.
El Señor reafirma nuestra vocación al decirnos: “Te he puesto por luz para las naciones, a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra” (Hechos 13:47)

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado

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