Lugar: Michigan, EE.UU.
Palabra de Dios: Efesios 6:11,12
No
pude evitar suspirar mientras entrábamos en el estacionamiento del hospital.
Eran las 8:30 de la mañana, 30 minutos antes de la hora en que nos iban a poner
la vacuna contra la gripe. Pero, ya había una fila fuera de la puerta. Después
de esperar un rato afuera, en el frío, llegué hasta la puerta donde recibí un
número: 185. Iba a ser una larga espera.
Mientras
esperaba a que llamaran mi número, miré a mí alrededor, a la cantidad de
personas que se había reunido en el hospital en busca de la vacuna. Había, por
lo menos, doscientas personas amontonadas en el hall; y llegaba más y más
gente.
Esta
respuesta se repetía en hospitales y clínicas de todo el país.
Las
vacunas contra la gripe tenían gran demanda, y solo las personas consideradas
de alto riesgo las recibirían; como estaba embarazada, entraba en esa
categoría. Las colas eran largas, pero muchas personas estaban dispuestas a
esperar durante horas, para asegurarse la protección contra el virus de la gripe
de ese año.
¿Qué
importancia tenía? ¿Por qué tanto trabajo para recibir una vacuna? Todos
queríamos protegernos de una enfermedad potencial.
No
es divertido sentirse dolorido, congestionado y con fiebre. Además, para las
personas de alto riesgo, la gripe podría ser potencialmente peligrosa. Y cuando
hay peligro, es buena idea tomar medidas preventivas.
Lo
mismo es válido en nuestra vida espiritual. Debemos prevenimos de cualquier
peligro que pueda rodeamos. “Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan
hacer frente a las artimañas del diablo.
Porque
nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra
autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra
fuerzas espirituales malignas en ¡as regiones celestiales”. ¿Cómo podemos hacer
esto? Leyendo la Palabra de Dios, comunicándonos con él y permaneciendo
íntimamente conectados con Jesús cada día.
Lecturas Devocionales
para Menores 2013
En algún lugar del
Mundo
Por Helen Lee Robinson