DIOS ES LUZ
Este es el mensaje que hemos oído de él y
que les anunciamos: Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad. [...] si
vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros,
y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado. 1 Juan 1:5, 7
Cuando
era niña, la reunión de oración de cada miércoles era mi deleite. Mis padres me
llevaban a la pequeña capilla que quedaba a dos kilómetros de nuestra casa. En
el invierno de Sudamérica, cuando el sol se ponía temprano, el regreso a casa
era una aventura emocionante. El camino angosto estaba bordeado por hierbas que
formaban figuras mágicas a la luz de la linterna que papá siempre llevaba
consigo. Recuerdo que la oscuridad reinante nunca me causó temor, pues vela a
mi padre como una fuente de luz.
Estamos
llegando al fin del tiempo. El mundo se oscurece poco a poco y la esperanza de
una vida mejor se desvanece en la mente y el corazón de muchas personas. Los
gobernantes buscan en otros hombres la luz que necesitan para orientar el
destino de las naciones. Se hacen propuestas, y nuevas teorías surgen como la
panacea para un mundo que perece. ¡Si tan solo se dieran cuenta de que si no
incluyen a Dios en sus planes, nada prosperará!
Nosotras,
las mujeres cristianas, madres y esposas, en cuyas manos está la dirección de
una familia, debemos procurar que Dios nos ilumine. Él es la fuente de luz. En
esto creemos cuando nos dice: “Yo soy la luz que ha venido al mundo, para que
todo el que crea en mí no viva en tinieblas” (Juan 12:46). Esa declaración de
amor debe sostenernos hasta que el mundo resplandezca el día glorioso de la
venida de nuestro Rey y Señor.
Si
confiamos a él nuestros hijos, ellos serán librados de las densas nubes de
pecado que los rodean. Además, como fruto de esa confianza, tendremos una mente
clara para construir con inteligencia y sabiduría matrimonios fuertes que
trasciendan este mundo y lleguen hasta la eternidad. Actuaremos como mujeres
iluminadas por una luz especial que nos capacitará para conducir a otras hacia
la fuente de luz verdadera, que es Cristo Jesús.
El
Señor reafirma nuestra vocación al decirnos: “Te he puesto por luz para las
naciones, a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra”
(Hechos 13:47)
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado