Porque las cosas que se
escribieron antes,
para nuestra enseñanza se escribieron,
a fin de que por la
paciencia y la consolación
de las Escrituras, tengamos esperanza.
Romanos 15:4.
No tenemos más
que un tiempo de prueba para formar el carácter; y nuestro destino depende del
tipo de carácter que formamos. Los que han formado caracteres que llevan el
molde celestial por la gracia de Cristo en la tierra, serán madurados, por
medio de la influencia benigna del Espíritu Santo, para obtener la recompensa
eterna. Llegan a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo escapado de
la corrupción que hay en el mundo por la concupiscencia. Advertir que nuestro
carácter es semejante al de Cristo despierta el canto de alabanza y de acción
de gracias. Los que aprecian la bondad, la misericordia y el amor de Cristo y
al contemplarlo se transforman según su imagen, serán partícipes de la vida
eterna. Los atributos de su carácter son como los de Cristo, y no pueden dejar
de obtener el descanso que aún resta para el pueblo de Dios…
Si hemos de
ver el cielo, debemos tener el cielo aquí, abajo. Debemos tener un cielo en el
cual ir al cielo. Debemos tener un cielo en nuestras familias, acercándonos a
Dios continuamente, por medio de Cristo. Cristo es el gran centro de atracción,
y el hijo de Dios oculto en Cristo se encuentra con Dios y se pierde en el
divino Ser. La oración es la vida del alma; es alimentarse de Cristo; es
voltear nuestros rostros totalmente hacia el Sol de justicia. Cuando tornamos
nuestro rostro hacia él, él torna su rostro hacia nosotros…
La mentalidad
del cielo se aumenta grandemente por medio de la oración sencilla, ferviente y
contrita; no pueden sustituirse con otros medios de gracia para preservar la
salud del alma. La oración coloca el alma en contacto inmediato con el
manantial de la vida, y fortalece los tendones y los músculos espirituales de
nuestra experiencia religiosa; porque vivimos por la fe, viendo a Aquel que es
invisible…
La Palabra de
Dios es un granero espiritual del cual el alma recibe lo que nutre su vida. Al
examinar la Palabra de Dios, encontramos doctrinas, preceptos, promesas,
admoniciones, exhortaciones y palabras de ánimo que sostendrán a toda mente
humana en casos de emergencia. Aquí, el hombre y la mujer de Dios pueden
dotarse concienzudamente de toda buena obra; porque “toda la Escritura es
inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para
instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente
preparado para toda buena obra” (2Timoteo 3:16, 17) - Signs of the Times, 31 de
julio de 1893.
Meditaciones Matutinas para adultos
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White